top of page
 
Curiosamente casi todas las guerras tenían grandes medios de información, pero en las revueltas y guerras que ha habido en el norte de África, Egipto, Túnez, Libia, ahora Siria, a pesar de que hay corresponsales de guerra, no consiguen sacar información, testimonio, imágenes. Aparecen a veces imágenes captadas por la televisión Siria pero realmente no llega la información, no conectan con el corresponsal de guerra, como ocurría en otros tiempos; o como el corresponsal de guerra en Afganistán o en Irak que nos cuenta qué es lo que está pasando.
Yo me pregunto ¡¿quién ha secuestrado eso?! porque hay que tener un aparato tecnológico muy alto. ¡¿Quién presta esa tecnología?!
Es sorprendente, ahora nos han dejado unas imágenes muy –por así decirlo-… muy preparaditas de explosiones, y luego un cuartito donde hay unos bidones y donde hay dos o tres lanza granadas. Y aunque no teníamos el audio puesto, nos imaginamos que, evidentemente, lo que querían decirnos era que habían sido los rebeldes.
Ni qué decir tiene que para poder desarrollar un ataque bacteriológico, sea quien sea, se necesita no solamente un bidón de tóxicos.
Estamos ahí contemplando… contemplando cómo se va destruyendo, acabando.
Yo creo que además de las coartaciones de los gobiernos, evidentemente el periodismo actual ha perdido fuelle, muchísimo fuelle; después de que las figuras míticas del periodismo se han ido perdiendo, desde la famosa Oriana Falacci, hasta otros dignos periodistas que arriesgaban por informar. Ahora yo creo que con la muerte de un número importante de periodistas muertos, ya el periodista joven está más cauteloso, las agencias informativas y los medios informativos no les exigen tanto; ellos tampoco se exigen mucho. Se sienten ajenos a la guerra, al hambre, etc. Tiene que informar, sí, pero…
La sensación que yo tengo –en general- es que hay una desinformación políticamente deliberada para que no sepamos prácticamente nada de nada.
Miren ustedes, por ejemplo, las conversaciones de paz –o lo que sea- en Cuba, qué gran oportunidad para tener un corresponsal allí y que todos los días emita un parte. Y sin embargo no lo hay. La televisión cubana y el emisario de radio de Cadena Caracol dice alguna cosa cuando hay que decir algo. Yo recuerdo las conversaciones de paz de Estados Unidos y  Vietnam en París, y aquello era un hervidero de noticias, directas e indirectas, contradictorias…
Yo creo que ha cambiado esa historia de informar. Ha cambiado ese compromiso del informador de meterse en la noticia.
Nosotros no tenemos tan lejos la famosa guerra civil española; y la cantidad de corresponsales –entre ellos Ernest Hemingway- que había en el bando republicano, y también en el bando nacional. Nos permitían la información y se jugaban un poco el pellejo –depende- unos iban al frente, otros a la retaguardia, pero había una información. Había un interés en que las gentes –en general, que tuvieran interés- se informaran, tuvieran una noticia; pero ahora nos dicen: “Hambre en el Sahel”, “Problemas en el cuerno de África” Ya, pero ¿hay alguien allí?; ¿hay alguien que salga con el micrófono, con la cámara y nos dé una noticia hoy, pasado mañana otra, o sea que viva la realidad de allí? ¡No hay!, ¡No hay!
Estamos… –fíjense- Palestina e Israel, cuando hay algún acontecimiento, sí; el propio acontecimiento lleva sus periodistas para el momento y se acabó. Pero ¿dónde están las imágenes de la Franja de Gaza?, ¿cómo se vive en Gaza? No lo sabemos ¿Cómo se vive en Cisjordania a diferencia de Gaza? De vez en cuando vemos algún documental de alguien perdido por ahí que nos enseña el muro terrible que han levantado entre la Franja de Gaza e Israel, pero el acontecer diario no lo tenemos, ¡no lo tenemos!
Ahora se está juzgando a un importante hombre de economía en China, pues tenemos algunas notas que da la agencia Xinhua y poco más. ¿Quién está cubriendo ese juicio? No sabemos.
La sensación que me da es que ya ha sido como un consenso político genérico. Igual que no hay una voluntad política por solucionar el hambre, ni para solucionar la prostitución, por poner dos ejemplos –y  esos son solucionables-, y la droga –vamos a poner un tercero-, no hay voluntad política para solucionarlo. Fíjense que cuando ponen cuatro o   cinco spray; y cinco o diez policías honestos, Jamaica mejora. ¡Pero bueno!, ¡¿esto qué es?! ¿Tan fácil era? No hay que creérselo mucho.
Creo que se ha entrado en ese otro estatus de convivencia en el que el individualismo por el que abogan cada vez más personas –el 56% de medio europeo y el 65 % en Suecia, abogan por el individualismo- sea como sea: “Yo soy dueño de mi destino”, “yo soy dueño de lo que tengo que hacer”.
A mí me hace mucha gracia ese individualismo porque resulta que para realizarse necesitan un montón de gente, ¡claro! Yo soy muy individualista, pero dirijo una fábrica de 150 empleados, o dirijo un hospital de 300 facultativos. Ya, pero entonces yo necesito de esos para que las cosas vayan bien. No puedo hacer lo que crea conveniente, sino que me tengo que religar con la realidad. Ahora volvemos a ver con detenimiento uno, dos, tres, petardos que tienen –y muchas fotos, eso sí- los disidentes –suponiendo que sean disidentes-… o suponiendo que sea una habitación debidamente preparada que justamente tienen acceso ahora los grupos de Bashar Al-Assad para hacer noticia.
Siguiendo con el análisis anterior, yo creo que ese cambio de pasar y de reconocer lo que somos en realidad, no podemos cambiar la especie, somos una especie social. Un hombre solo no es;  y el que se llama “solo”  -lo decíamos recientemente en un twiteer- es producto de un montón de coincidencias y confabulaciones –padre, madre, hijo, sociedad, amigos, enemigos-. No estamos solos, somos seres sociales. Ese empeño en ese individualismo “liberalista”, creo que es el que ha ocasionado el que lo que pase aquí o lo que pase allá –a no ser que sea una cosa demasiado exagerada-, pues algo digan. Lo que digan lo mandamos, lo decimos. Y cada vez más los periódicos –hoy ojeando El País y El Mundo-, tenemos noticias –por supuesto ya antiguas porque ya no tienen mucho sentido- y artículos de opinión bastante deplorables –por cierto- porque son de un partidismo absolutamente atroz, no tienen ninguna objetividad.
Sinceramente el periodismo está atravesando –no ya el periodismo de guerra, en general el periodismo- una crisis de identidad, y sobre todo –y lo que es peor- una crisis del verdadero sentido de la información. Porque el periodismo tiene como función unirnos a todos. Hacernos participes de lo que pasa en todos los sitios; para que así seamos, y crear una comunidad de especie solidaria. Porque en la medida en que hoy estoy bien informado de lo que pasa en un sitio, yo me sensibilizo de ello y puedo colaborar, puedo participar de una manera u otra. Ahora, en la medida en que no me informan, no me dicen, cada vez quedo más relegado a mi barrio, a mi cafetería, a mis amigos, y no quiero saber nada de ninguna otra cosa, salvo si es algo extraordinariamente ruidoso o terrible.
Si nos fijamos además, vemos que los diferentes periódicos y las diferentes cadenas de televisión, ¿dónde tiene corresponsales? Hay uno en Washington, uno Londres –cuando lo hay-, en Latinoamérica solo hay un corresponsal que se mueve entre Colombia y Venezuela –sale ahí por la calle y dice cuatro cosas, pero bueno, hay algo-;pero en el resto del mundo ¿dónde están los corresponsales? Ahora nos dirán que los recortes, que claro, un corresponsal sale muy caro, que tal y que cual.
No son los recortes, es un estilo que ha cambiado. No queremos ser solidarios como especie, no se quiere participar en ello, cada uno se reserva su derecho de admisión en su individualismo liberal para ayudar a sus amigos, para ayudarse entre ellos.
Estamos consiguiendo una especie endogámica que no le interesa para nada lo que le ocurra a alguien que no esté directamente vinculado contigo; lo cual es un gravísimo error biológico, ecológico, y sobre todo de consciencia; porque una actitud de este tipo constriñe la consciencia y no nos hace crecer.
 
 
 
José Luis Padilla.

 

PERIODISMO E INFORMACIÓN.

bottom of page